jueves, 29 de mayo de 2008

¡Hola a todos!

Hoy comenzamos un viaje compartido, pero con significaciones, sensaciones y valoraciones personales. Cada uno llegó con su valija, mochila, bolso, en ella lleva sueños, conocimientos, deseos, alegrías, expectativas, pero también están allí arrinconados y apretujados los miedos, las dudas y tristezas.

El mundo está surcado por las nuevas tecnologías que irresolublemente atraviesan a modo de rayo de luz nuestras vidas, nuestros vínculos, nuestro futuro…

Los niños y jóvenes han transitado la constitución de su identidad en estos espacios, caminos y ambientes signados por la tecnología. Nosotros en cambio, necesitamos disponernos a subir en esta nave que parece alejarse siempre que uno quiere abordarla.

Una pregunta que me inquieta, está relacionada con las prácticas de subjetividad que se producen en estos contextos: Los modos en que los sujetos se constituyen en particulares circunstancias; también es necesaria la pregunta acerca del lugar que los dispositivos escolares ocupan en relación con esta formación y por supuesto cuál es el nuestro como educadores.

Silvia Duschatzky y Cristina Corea (2006), expresan que las formas de producción de la subjetividad no son universales ni atemporales sino que se constituyen en condiciones sociales y culturales específicas. En este proceso de subjetivación toman importancia los referentes o patrones de identidad, la propia autoridad simbólica, los discursos que interpelen, nombren y convoquen a los sujetos, les asignen un lugar en la trama social y los habiliten para la constitución de los propios discursos. En el contexto actual, la subjetividad ya no depende prioritariamente de las prácticas y discursos institucionales sino, que sus marcas se producen en el seno de prácticas no sancionadas por las instituciones tradicionales como la escuela y la familia.

En palabras de Cecilia Bixio:

“Los niños y jóvenes están ‘inventando’ un nuevo mundo en el que la tecnología es mucho más que una herramienta, es el soporte material de nuevas producciones culturales y subjetivas.

El uso del celular los ha llevado a idear una nueva escritura, los espacios donde se encuentran a compartir con sus pares los ha llevado a concebir nuevas formas de lazo y de vínculos, los tiempos apresurados y furtivos de acercamiento afectivos los ha llevado a imaginar nuevas relaciones y nuevas palabras para designarlas.

La televisión y la red Internet los ha llevado a construir modos de lectura donde imagen, sonido y escritura tienen una pregnancia estética que rompe con la lógica lineal del razonamiento adulto.

Y esto no es sólo brecha intergeneracional, que la hubo siempre.

También tenemos que comprender esas transformaciones como un acontecimiento que implica, diría Arendt, una ruptura histórica donde ya el pasado no tiene modo de ser recuperado en su formato original, sino reconstruido en un nuevo formato, virtual, donde el relato ya no se anuda secuencialmente, sino que es desvastado todo el tiempo por el acontecimiento que sorprende.

Es así que hoy necesitamos recurrir a otros modos de relato porque, después de que aquél grupo de adolescente produciendo lo que llamamos ‘un acto de violencia sin sujeto’, ingresara a una escuela con arma y matara a mansalva, después de aquél acontecimiento ya no podemos contar (ni pensar) de la misma manera el relato de la educación y sus instituciones.

Ya nuestras prácticas no son las mismas. La escuela ha dejado de ser un lugar seguro, ya no puede ser homologado a un segundo hogar. Tampoco es ya el templo del saber. Porque esto que interrumpió en la historia del pensamiento sino una experiencia histórica. Estamos en presencia de lo que Corea y Duschatzky designan como ‘destitución simbólica de la escuela’. ”

(…) Hay función de desacople y no continuidad en la historia. Para recuperar nuestro pasado habremos de entender antes que vivimos un mundo nuevo y que tenemos la responsabilidad de construir los dispositivos que sean necesarios para habitarlo y las palabras que sean necesarias para nombrarlo.

Hay un pasado y un presente que no se anudan más, hoy inauguramos un nuevo futuro, pero ¿con qué lo vamos a construir?

(…) La ilusión nos permite rescatar la utopía de que es ‘posible’

(…) Habitar este nuevo mundo es ser capaces de inventar, también nosotros, nuevas teorías y prácticas y ponerles nuevas palabras. Porque habitar el mundo es habitar en el lenguaje y si no logramos habitar en el lenguaje quedamos mudos y desconcertados” (Bixio, C., 2006, 9 a11)

Es aquí nuestro compromiso… o podemos ser meros espectadores.

Los invito a compartir esta aventura!!!

Mónica

miércoles, 28 de mayo de 2008

Un Viaje de Aprendizaje con las Nuevas Tecnologías

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